jueves, 24 de abril de 2008

Las "Murieles" de Mateo


Muchos se preguntarán porque utilizo al entrañable Felipe de las tiras de Mafalda para ilustrar algunos posts, pues la explicación es muy simple, es el personaje con el cual me siento harto identificado, no sólo por su, a veces, extremada inocencia, sino también por su caracter dudoso y con muchos complejos, además porque los estudios siempre me aterraron, durante mi infancia temía el colegio y evité muchas veces (con mil excusas) asistir. A la vez gusto de los comics, y hasta son fan del Llanero Solitario. Pero sobre todo, porque yo también, como él, tuve una Muriel, o bueno, varias.

Cuarto de primaria, "S" era mi compañera de carpeta, una niña linda de preciosos ojos marrones. Cuando uno tiene 8 años, pues es más fácil interactuar con las mujeres, así que con ella hablabamos bastante, y como siempre he sido de corazón fácil pues no tardó mucho en molestarme que jugara con otros niños, o que, aduciendo problemas de visión, se cambiara de sitio, supongo porque se aburrió de la perorata de este niño engreído y pesado.

Pues, un día que salíamos del colegio, la seguí de cerca (recuerden que ya no jugaba ni hablaba conmigo) para decirle que me molestaba su indiferencia (supongo que en idioma infantil significa el porque ya no se juntaba conmigo). Ella caminaba presurosa de la mano de su hermana, calles, avenidas, parques, hasta que...caí en la cuenta de que no sabía donde estaba parado, ¡tenía ocho años! y nunca me había aventurado a ir tan lejos de mi barrio, tan era así que el colegio quedaba al frente de mi casa y yo estaba ya bien perdido. La angustia se apoderó de mi, miré a todos lados, se me hizo un nudo en la garganta y comencé a llorar. No sé cuanto tiempo estuve allí, sentado solo, sobre la vereda de esa calle desconocida, hasta que por esos artilugios que tiene el destino "S" pasó por ahí

- ¿Qué haces aquí?
- Me perdí, contesté
- Vamos, te llevo a tu casa

Y de la mano, me llevó muchas cuadras delante, hasta la misma puerta de mi casa, donde mi madre me esperaba muy preocupada. Durante el camino no le pude decir nada, sólamente gocé (si se puede sentir eso a esa edad) de su compañía. A la semana siguiente los padres de "S" viajaron a provincia y tuvo que mudarse. Hoy, 25 años después, no sé nada de ella.

"J" era la primera de la clase, a la vez la más bonita en ese sexto grado. Sobrina de un reconocido novelista nacional, esta niña no podía pasar desapercibida. ¿Les conté alguna vez que soy extremadamente tímido?. Bueno si lo sigo siendo a los más de treinta, a mis 10 años lo era aún más. ¿Qué era lo que más me gustaba hacer en esos años? Quedarme mirando embobado a "J", y era cierto, lo hacía por horas, en plena clase.

Mi mayor audacia fue pedirle prestado su borrador, la única vez (no recuerdo la razón) que nos sentaron en la misma carpeta. Ese día fui inmensamente feliz, pese a que sólo pude decirle en toda la mañana cuatro palabras: "¿Me prestas tu borrador?". Claro que lo que nunca olvidaré fue su amplia sonrisa de respuesta, ¿o qué esperaban? ¿que me hablara? ¡Ja! Por supuesto que con su sonrisa quedé tranquilo, pues me regodeé repitiéndome mil veces ¡"J" me sonrió! Sólo estuvo en mi colegio durante el sexto grado, luego se cambió a otro. Hoy googleé su nombre y sólo encontré que firmó, el año pasado, un pronunciamiento en defensa de Cándamo.

Primer año de secundaria, "E" era una de las niñas más aplicadas del salón, y una de las más bonitas también. Estudiamos en la misma sección hasta el segundo año, que la pasaron al "B" mientras yo permanecí en la "A". Felizmente la seguí frecuentando porque era muy cercana de mi mejor amiga, y muchas veces salimos juntos.

Una vez, ya en tercer año, fuimos al "Play Land Park" que en esos años era otra cosa. Había un juego en especial "el Tobogán", que era un carrito para tres personas que subia una cuesta muy empinada y una vez arriba bajaba a toda velocidad dando vueltas alrededor de un tubo, osea, full adrenalina para mis 13 años. En ese carrito nos sentamos: nuestra amiga, "E" y yo. En medio de los gritos y la emoción, no sé de donde, saqué el valor para pedirle un beso (a "E" por supuesto) ella se puso roja, y sólamente tuvo tiempo de mover negativamente su linda cabeza antes de que la fuerza centrífuga nos tragara.

Luego, en quinto año "E" estuvo con un amigo mío, lo que desbarató todas mis ilusiones. En la fiesta de prom se le veía radiante y más bonita aún y yo no dejé de mirarla toda la noche; pero nunca me atreví a sacarla a bailar porque habría despertado quizá la incomodidad de su pareja. La oportunidad se dió al año siguiente de egresar del colegio, hubo un reencuentro justo en casa de esta amiga común, y pude al fin cumplir uno de mis anhelos con ella, bailar una balada, muy juntos...



"E" está casada hoy, espera su segundo hijo, y está bastante cambiada. El año pasado tuvimos un reencuentro de prom, luego de años de no vernos. Ella y yo terminamos hablando largo y tendido, como nunca antes lo habíamos hecho. Quizá por lo agradable del momento opté por contarle mis anhelos de adolescente, ella se sorprendió mucho y hasta me confesó que siempre le parecí un "chico muy interesante", y selló la noche con un:

¿Por qué no me lo dijiste antes?

PS: Pierre, ¡gracias por el escaneo!

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