lunes, 10 de marzo de 2008

Eres un tonto, tú tienes la culpa!



A mediados de febrero mi promoción de colegio tuvo un reencuentro bastante conmovedor, y es que pasados casi 18 años de haber salido de las aulas escolares, siempre somos pocos los que nos vemos las caras con frecuencia, pese a que tengo muy buenos amigos a los que veo a menudo, los reencuentros no sumaban más de 10 personas, y estas acababan muchas veces en borracheras memorables.

Esta reunión en particular fue reveladora por dos cosas: una fue que estuvimos cerca a 20 integrantes de la prom, y dos porque conocí a "S". Luego de los abrazos, recuerdo de anécdotas, de muchos "¡estas igualito!" y mucha chela, reparé en "S" la hermana menor de una buena amiga y compañera de prom. Lo raro del asunto es que yo siempre había escuchado hablar de ella, sobre todo a mi hermano menor, con quien (por coincidencia) compartió carpeta en mi mismo cole.

Como a las 2:00 am, comencé a conversar con "S", la saqué a bailar y hasta me aventuré con una salsa de Marck Anthony (pese a que yo no bailo nada de ritmos latinos) "S" estuvo radiante, aprensiva, abierta y sobre todo pudo hacer lo que nunca pudo mujer alguna en mi vida: llevarme el paso, a ritmo de "que cosa tiene el cielo, que alguien me lo diga". Hablamos bastante, pese al volúmen de la música, y casi no nos separamos hasta que el tono fue enmudenciendo cerca de las 6 de la mañana. Fue en ese momento cuando el alcohol hizo presa de mi, y en un juego de manos inicialmente tonto, nunca me di cuenta que observada de fuera, la escena que vivíamos indicaba un intento de sobrepasarme, por lo que reaccionó muy incómoda, dejándome sólo en medio de la sala, y con una verguenza de trágame tierra.

llegué a mi casa gracias al pronto auxilio de otro buen amigo, quien vive cerca y me dejó en la puerta, previo Caldo de Gallina, justo cuando el reloj daba las siete de la mañana. Me acosté con dolor de cabeza, la sensación etílica encima y una muy incómoda sensación en el alma.

El lunes siguiente le envié un mail, con un ensayo de disculpas recontra sincero (que no sé de donde me salió) y adjuntado una imagen algo infantil que insinuaba el lugar del corazón, ese sitio que quise señalarle en ella, con mis manos la otra noche. Demoró dos días en contestarme con un escueto "espero que ya se te haya pasado", entonces pese a que en mi mail había una invitación a salir (que no contestó) cogí el teléfono al día siguiente y la llamé.

Conversamos cerca a una hora de bobadas, generalidades, del cole, de su trabajo, del mío, de tonteras en suma, hasta que me mandé y la invité a salir el sábado próximo, me dijo:

S: Voy a estar ocupada toda la tarde, y fácil regresaré cansada
Mateo: Si quieres te llamo en la tarde y de acuerdo a eso, vemos
S: Ya, mostro, me llamas.

El sábado siguiente salimos en la noche, yo estaba cansado y un poco desganado, pero pese a ello quería verla, recordaba la congenialidad que habíamos tenido en la fiesta antes del roche alcohólico. Cuando salió de su casa parecía otra, se le notaba bien distante, no se había arreglado mucho, y la verdad sufrí una pequeña desilusión, salimos a caminar e inciamos una conversación que versó entre mis disculpas repetidas, las cosas que me gustaban, el como veía la vida, y hasta el porqué había terminado con "A". Ah! ¿sobre ella? ¡NADA! Nunca conocí mujer más cerrada, mas a la defensiva y sobre todo con demasiada franqueza para decir las cosas.

Sentados en un café de San Borja, toqué (y no sé porque, supongo que por que ya lo veía como una cita perdida inevitablemente) uno de los temas más espinosos: el porque no me llegué a casar con "A". Sostengo, hasta ahora, que para casarse si es ese el deseo de ambos, pues no importa el lugar, los vestidos, las cenas, los invitados ni la familia, sino el hecho mismo: ¡casarse!. Y que por querer tener la boda perfecta "A" nunca hizo caso a mis arranques impetuosos de "vamos a la municipalidad y casémonos!!!", "S" escuchó mi relato, hizo un mohín y sentenció con toda su autoridad de abogada:

Eres un tonto, por eso te dejó ¡tú tienes la culpa de todo!

¿Mencioné anteriormente su excesiva sinceridad? Bueno, eso me choca, si no se lo aguanto a mis amigos, (claro exepto a "C", luego les hablaré de ella) menos a "S" con quien salía por primera vez. ¡Fue un desastre! Lo que interiormente me desanimó bastante puesto que no sé a causa de que extraña razón, cifré esperanzas en alguien que definitivamente no era para mi.

E insisto, no quiero nada con nadie.

Por eso, mejor le hago caso al maestro Calamaro:

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